domingo, 8 de diciembre de 2013

PETRARCA


Francesco Petrarca: Cancionero (s. XIV)

         Fragmento XV
Atrás me vuelvo a cada paso nuevo
con cuerpo exhausto que la pena aploma,
y entonces hallo alivio en vuestro aroma,
suspiro «¡Ay, triste!» y el andar renuevo.

En cuanto dejo atrás después me embebo
y en la senda y el vivir que el paso toma,
y quieto, en tanto el cuerpo se desploma,
la vista hacia mis pies llorando muevo.

Y entonces dudo en llanto semejante:
¿cómo puede de su espíritu sagrado
la carne que hay en mí vivir lejana?

Pero responde Amor: «¿Ya has olvidado
que este es premio del que siempre ama,
libre de toda condición humana?».

        Fragmento XXV
Lloraba Amor y yo con él lloraba,
del cual mis pasos nunca andan lejanos,
viendo que, por efectos inhumanos,
vuestra alma de sus lazos suelta andaba.

Ahora que al recto andar Dios os la clava,
devoto alzando al cielo entrambas manos,
doy gracias de que Él ruegos humanos,
al fin, por escuchar benigno acaba.

Y si, volviendo a la amorosa vida,
porque dieseis la espalda a ese deseo,
hallasteis por la senda foso o loma,

fue por mostrar cuán áspero el rodeo,
y cuán alpestre y dura es la subida,
donde el valor sublime el hombre toma.




Actividades:
1. Resume el contenido del fragmento del canto III.
2. Explica el significado de la inscripción que hay en la puerta de la entrada del infierno (canto III). Comenta especialmente la última frase (verso 9).
3. Al final del canto XXXIV, Dante describe la forma del Infierno, del Purgatorio y el Paraíso. ¿Cómo surgieron y qué forma tienen?
4. En los fragmentos XV y XXV, Petrarca utiliza el tópico Homo viator. Cita en qué frases aparece.




    Fragmento CCXCII
Los ojos de que hablé encendidamente,
y brazos, manos, pies y dulce gesto,
que tan lejos de mí me hubieron puesto
y vuelto singular entre la gente;

los crespos rizos de oro puro ardiente,
y el sonreír claro y honesto,
que edén el mundo hicieron manifiesto,
apenas polvo son, que nada siente.

Y, vivo aún yo, me duelo y me desdeño
pues quedo sin la luz que he amado tanto,
en gran fortuna y desarmado leño.

Ponga aquí hoy fin al amoroso canto:
seca la vena está de que fui dueño
y mi cítara ya resuelta en llanto.


     Fragmento CCCXII
Ni ver muchas estrellas en el cielo,
ni por tranquilo mar navíos despalmados,
ni  caballeros ver en campo armados,
ni fieras por el bosque o de aves vuelo;

ni nuevas que causar puedan consuelo,
ni versos de amor altos y limados,
ni canciones oír en verdes prados
entonadas por ángeles del suelo;

ni más conmoverá ya el pecho mío:
consigo lo enterró la que en el gesto
sola a mis ojos fue luz por que existo.

Y me es la vida ya tan grave hastío
que pido el fin, por desear ver presto
a quien fuera mejor nunca haber visto.




Actividades:


1. Explica el significado del último terceto del soneto CCXCII.
2. En dicho soneto, los elementos que forman la descriptio puellae se han convertido en polvo, lo que desarrolla el tópico Vanitas vanitatum. Reescribe la enumeración con la conclusión final.
3. Los dos sonetos que aparecen supra son escritos “in morte” de Madonna Laura. Comenta los recursos literarios de la rima CCCXII que contribuyan a esa sensación de pérdida.


LA HUELLA DE PETRARCA EN EL RENACIMIENTO (S. XVI): GARCILASO Y RONSARD



Soneto XXIII
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;

y en tanto que el cabello, que en la vena      

del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo 

airado cubra de nieve la hermosa cumbre;

marchitará la rosa el viento helado.
Todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.

(Garcilaso de la Vega, 1501-1536)


Cuando seas muy vieja, a la luz de una vela
Cuando seas muy vieja, a la luz de una vela
y el amor de la lumbre, devanando e hilando
cantarás estos versos y dirás deslumbrada:
"me los hizo Ronsard cuando yo era más bella”.

No habrá entonces sirvienta que al oír tus palabras,
aunque ya doblegada por el peso del sueño,
cuando suene mi nombre la cabeza no yerga
y bendiga tu nombre, inmortal por la gloria.

Yo seré bajo tierra descarnado fantasma
y a la sombra de mirtos tendré ya mi reposo,
para entonces serás una vieja encorvada,

añorando mi amor, tus desdenes llorando.
Vive ahora; no aguardes a que llegue el mañana:
coge hoy mismo las rosas que te ofrece la vida.

(Pierre Ronsard, 1524-1558)

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