En la tumba de R. L. Stevenson, en una lejana isla de los mares del Sur a la que se retiró por motivos de salud, figura grabado el apodo que le dieron los samoanos: Tusitala, que en español significaría «el contador de historias». En efecto, la literatura de Stevenson es uno de los más claros ejemplos de la novela-narración, el «romance» por excelencia.
Es autor de algunas de las historias fantásticas y de aventuras más populares, como La isla del tesoro, El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde o La flecha negra, llevadas varias veces al cine en el siglo XX. Fue importante también su obra ensayística, breve pero decisiva en lo que se refiere a la estructura de la moderna novela de peripecias. Fue muy apreciado en su tiempo y siguió siéndolo después de su muerte. Considerado el escritor en inglés más clásico, tuvo continuidad en autores como Joseph Conrad, Graham Greene, G. K. Chesterton, H. G. Wells, y en los argentinos Bioy Casares y Jorge Luis Borges.
Ahora estamos leyendo algunos de sus cuentos y conociendo a este autor fundamental de la literatura universal. Espero que estos relatos os muevan a leer más obras de Stevenson, libros que tanto nos han hecho disfrutar a otros en nuestra juventud.
Epitafio:
"Bajo el inmenso y estrellado cielo,
cavad mi fosa y dejadme yacer.
Alegre he vivido y alegre muero.
Pero al caer quiero haceros un ruego.
Que pongáis sobre mi tumba este verso:
Aquí yace donde quiso yacer;
De vuelta del mar está el marinero,
de vuelta del monte está el cazador".
cavad mi fosa y dejadme yacer.
Alegre he vivido y alegre muero.
Pero al caer quiero haceros un ruego.
Que pongáis sobre mi tumba este verso:
Aquí yace donde quiso yacer;
De vuelta del mar está el marinero,
de vuelta del monte está el cazador".
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